Siempre me han llamado la atención los posts que aparecen en diferentes redes sociales en los que se critican las decisiones, posturas u opiniones de otros usuarios, en base a que éstas están “manipuladas” por los poderes fácticos. Tal vez, si realizara un análisis retrospectivo de mis “posts” en facebook, no podría decir que estoy libre de culpa.
Así, si no voto al partido político mayoritario en las redes sociales es porque, o bien soy un imbecil, o bien estoy “mediatizado”. Si cuelgo en mi muro una foto solidarizándome con los atentados de Bruselas y Niza (y no con los acaecidos en Aleppo o Lagos), es porque estoy “mediatizado”. Si mi opinión acerca de cierto tema es “políticamente correcta” o se aleja de cierto “mainstream” de la red social, soy un producto de la “mediatización” de las corporaciones industriales y los políticos corruptos.
Quien acusa a otra persona de estar mediatizada, además de invalidar su opinión, está sugeriendo que él mismo no está mediatizado. Que su toma de decisiones no se ve empañada por ningún prejuicio, ni ningún “poder” mediatizante. Que es poseedor de la Verdad Absoluta, y que la ha obtenido a través de informaciones absolutamente imparciales y objetivas.
Quien acusa a otra persona de estar mediatizada, está colocandose varios peldaños por encima de su interlocutor, en lo que a inteligencia, moral y capacidad de discernimiento de la verdad se refiere. Si tú estás mediatizado, y yo no lo estoy, entonces no hay discusión posible: tienes que renegar de tus opiniones y aceptar con fe religiosa todo aquello que te digo.
Pero, en verdad, nadie poseemos la Verdad Absoluta, y de una manera u otra, nuestras opiniones y tomas de posición se verán indefectiblemente empañadas por informaciones manipuladas desde cualquiera de los múltiples medios de comunicación que pueblan el universo social y político del siglo XXI.
Existen Verdades Universales que, independientemente de nuestra religión, idioma o país de origen, aceptamos como verdad. De esas verdades raramente se va a discutir en una red social, porque sería como discutir acerca de la veracidad de la ley de la gravedad de Newton. Así, en realidad, quien acusa a otra persona de estar manipulada, lo que está realmente sugiriendo que su verdad manipulada es superior a la de su interlocutor.
Más peligroso que estar manipulado, es creerse libre de manipulación. Todos estamos manipulados, así que critiquemos las opiniones y tomas de postura de los otros en base a argumentos diferentes al de la “manipulación”.
[…] Por lo tanto, a esa segunda pregunta la respuesta podría ser la siguiente: Pensamos nosotros basándonos en nuestra experiencia y la de los demás. Todos somos manipulables; todos estamos manipulados. El peligro no radica en estar manipulado, sino en creerse libre de toda manipulación. […]
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[…] Ante la masiva llegada de información que recibimos a través de los mass-media y redes sociales, a veces es difícil diferenciar lo verdadero de lo falso. Muchos de estos datos no solo no están contrastados, sino que a veces resulta casi imposible encontrar fuentes de contraste. Cuando eso sucede, el escepticismo ante la información recibida es, tal vez, la postura inicial más adecuada para evitar que se nos manipule más de lo que ya, incluso tomando las medidas más extremas de vigilancia informativa, se nos manipula. […]
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